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fundadores

San  Arnoldo Janssen

Fundador de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo.

“Un hombre profundamente enraizado en Dios, y en particular en el misterio de la Trinidad”

(1837-1909) –  Fue Beatificado en el año 1975 y Canonizado el día 5 de octubre de 2003.

El Padre Arnoldo nació el 5 de noviembre de 1837 en Goch, una pequeña ciudad de la Baja Renania (Alemania). Era el segundo de diez hijos.

fue sacerdote diocesano y profesor de matemáticas.  Los primeros años del mi­nisterio del Padre Amoldo es­tarán dedicados

a la enseñanza y al servicio del apostolado de la oración. Sin embargo, su meta fundamental será «la ta­rea misionera de la Iglesia en­tre los pueblos no cristianos y el logro de la unión de los cristianos».

 Él decía que, «El anuncio del Evangelio es la primera y la más sublime obra de amor al prójimo”.

Es así que un 8 de septiembre de 1885 funda la Congregación de los Misioneros del Verbo Divino, en una antigua casa de Steyl, cerca del Rio Mosar en Holanda.  Los comienzos fueron duros, especialmente por la falta de recursos. 

Sin embargo, Amoldo Janssen proseguirá su obra y durante varios años preparará pacientemente a sus sacerdo­tes para la vida misionera. Cuando todo estuvo listo, José Freinademetz, austriaco y Juan Bautista Anzer, alemán, partieron a China. Eran los primeros misioneros. Después fueron enviados los misioneros a América del Sur, Estados Unidos, África, Nueva Guinea, Japón, etc

Madre María(María Helena Stollenwerk

Co-fundadora de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo.

Una mujer confiada plenamente en la voluntad del Señor.

 

(1852-1900). Fue Beatificada el 7 de mayo de 1995

Helena Stollenwerk, conocida como Madre María, nace el 28 de noviembre de 1852, en una aldea de Rollesbroich, en Alemania. Es la hija mayor del matrimonio de Peter Stollenwerk y   María Bongards.

Su infancia transcurre en medio de un ambiente familiar propio de una familia campesina.  Su padre, viudo había llevado a vivir con la fa­milia a tres hijos sordomudos. Helena aprendió a temprana edad a atender a sus hermanos con discapacidad y com­prenderlos sin necesidad de palabras. Nació así en ella su vocación de servicio al prójimo.

 

Una de sus frases que resume lo que ella deseaba y aspiraba: “Anhelo entregar toda mi vida y todo mi amor al servicio del Evangelio»

Madre Josefa (Hendrina Stenmanns

Co-fundadora de las Misioneras Siervas del Espíritu Santo.

Una mujer creyente que se dejó guiar por el Espíritu… Una mujer simplemente buena…

(1852-1903) Beatificada el 29 de junio de 2008

Hendrina Stenmanns, conocida como Madre Josefa, nació el 28 de mayo de 1852 en Issum, Alemania.

De joven, trabajaba como tejedora para ayudar a su familia y, con la muerte de su madre, tiene que asumir la responsabilidad del cuidado de sus hermanos menores.

El 12 de febrero de 1884 pide la admisión a la casa de la Misión de Steyl, fundada por San Arnoldo Janssen, ya que su deseo era consagrar su vida a Dios como misionera.

En esta época las Misioneras Siervas del Espíritu Santo aún no existían. Con la esperanza de poder realizar su sueño, trabajó como empleada en la cocina de la casa misionera durante muchos años, aun sin tener ninguna garantía de convertirse en una misionera.

Sólo en septiembre de 1888 comenzó la congregación y Hendrina formó parte del primer grupo de hermanas. Más tarde fue considerada cofundadora junto a Madre María Helena Stollenwerk.

Madre Josefa fue coordinadora de las Hermanas y también asumió la tarea de la formación, teniendo la   alegría de orientar a muchas jóvenes en la vida consagrada y de enviar a numerosas Hermanas a la misión más allá de las fronteras. A cada una acompañaba a través de cartas cargadas de ternura y ánimo.

Era una mujer llena de amor por Dios; su sencillez, firmeza en la fe, el amor por la oración y la devoción al Espíritu Santo hizo de la vida de Madre Josefa una persona inspiradora para las hermanas.  La Hna. Raphaele Bruns, escribió: “Madre Josefa tiene un corazón de madre”. Hoy, podríamos decir la Madre Josefa hizo visible el rostro femenino de Dios.

Fue compañera y amiga para todas las hermanas; de rostro radiante y siempre sereno.  Creaba un ambiente de amor fraternal entre las hermanas en vista al amor a la gente. Decía: «Nuestra misión es a abrir todos los corazones al amor» 

Falleció el 20 de mayo de 1903. A lo largo de los años, innumerables gracias fueron alcanzadas por su intercesión. La Iglesia, reconociendo sus virtudes y compromiso auténtico de vida evangélica, celebró su beatificación el 29 de junio de 2008. En adelante la invocamos como Bienaventurada Madre Josefa.

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